viernes, 18 de septiembre de 2009

Artista callejero

A propósito de una pintura en una pared en una calle en el camino entre los barrios porteños de Caballito y Palermo.
Nos paramos en un semáforo y se había hecho el silencio adentro del auto. Unos minutos antes lloraban todas, la bebé porque es bebé y es esperable que llore, no? La del medio porque me parece que quería algo y no era posible y la mayor porque el ojo dolía mucho por una basurita, según constatamos más tarde en el oculista (adonde nos dirigíamos en ese momento).
En una pared en la esquina, había un dibujo, posiblemente hecho con pinturas en aerosol. Era una pintura de una especie de rostro, muy feo, con dientes monstruosos, puntiagudos y desordenados, nariz achatada y con ojos desorbitados que miraban amenazantes…Sin tener conocimientos ciertos sobre arte, me atreví a comentar a mi marido, “qué feo el dibujo, pero qué bien dibujado”.
Me parece que lograba transmitir una sensación de violencia provocada por el desamparo, por el resentimiento debido a no pertenecer a la categoría de lindo, rico o exitoso.
Cuanta gente habrá que se siente en ese estado? No lo sé, aunque presiento que es mucha más de la que uno se imagina…
Me da demasiada pena, se mezcla también la sensación de no poder hacer mucho, o nada, cercana a la certeza de que no sé si le dejaremos a nuestras hijas un mundo mejor. Pero me esfuerzo, por ellas y para ellas.